No me dejes amor
que somos uno aún,
no me dejes dormir
ay, no me dejes nunca,
que olvidado en la acera
parado contra el viento
es áspero el olvido.
Cuando te vas te espero
y aunque tú te equivoques
al llamarme distinto
y hasta con otro nombre;
yo te sigo esperando
trémulo sin la duda
de un milenio de piedra.
Quedaron las promesas
de la soledad y ápice
totalmente incansable,
cuando vuela el sentido
que encuentra los motivos
y toda perspectiva
en ese buenos días.
Regrésame a la guerra,
aviva el objetivo,
no me dejes en paz,
que en la tranquilidad
no me encuentro en tus ojos
donde quiero leerte,
y no quiero olvidarte.
José Pómez