Respeto en ti, tus manos del invierno
por designio supremo capitanas,
nunca quietas, ni rotas, ni lejanas
son ramones con savia y tus cuadernos.
Respeto inagotable amor paterno
y todas tus victorias cotidianas,
respeto toda vida con tus ganas
y te respeto en tu santo gobierno.
Respeto en ti que te haces habitable
para amarnos levantaste en ti el templo,
respeto tu silencio y tu estandarte.
Respeto tus palabras y tu ejemplo
martillo de las penas incansable,
y en ningún arenal dejo de amarte.
José Pómez
http://pomez.net