Todo eso tiene un nombre…
y rompe los tejados
la estrella de renombre
de los enamorados.
Sin antes desearte
la almohada acertada
que no divida en parte
la tierra renegada
y un lado de tu cara
que te envíe unas alas
a ventana preclara
donde cuelgan escalas.
Ya me voy, ¡venga, mira!
que revoloteando
como aquella mentira
del inocente bando,
la poco conocida
que colma la paciencia
a veces atrevida
olvida consecuencia
de entrever la sapiencia,
de encuentros y motivos
e igualar diferencia
de sofás colectivos.
El pequeño detalle
no se canta en canción,
suena en la bocacalle
y se llama: traición.
José Pómez