Tan sola se encontraba la torre
provocando los grados de siempre
en los sombreros del muro abierto,
donde se aproximaban las horas
que aquí ya no urge nada ni evita,
el sonido olvidado que suena
como una mariposa leona.
Y así la brida estable aparece
en el rosal del pozo abrumada,
entre la sombra y frente al atajo
del único metal apenado,
y de la dura luna atacada
que aventura poner pensamiento
donde el temple se entrega y se toca.
Se aposenta afectada y a nado
vuelve en la anchura sólida y cómica
como una sala escala paredes,
a dos caras se acerca y congrega
la junta de la sal y afirmaba,
la fiesta de los niños en paz
leve y triple inventada amanece.
Y algunas veces parten semanas
otras chubascos o socavones,
justamente son causas apenas
levantadas que acaban hambrientas,
predeterminan manos y voces,
pese a llamada atenta que vuelve
a revalidar fleco desnudo.
Cuando hay un campo escucha la tierra
pobre deber repite desdicha
espera y no se impone es el premio,
el sino que nacido del vientre
defiende las raíces aladas,
con el clamor del alma elevada
al comienzo encontrado es pulsado;
Pórtico inexcusable arte libre
desde siempre compite apartado,
y sube y se mantiene repleto
de vacío sin esa confianza
que mantiene el camino allanado,
y sin intervenir en los truenos
de besos encumbrados y vivos.
José Pómez